Bucea Muerto de Sano
Cada vez que salíamos del agua, mi instructor tec decía: "¡Otra vez la libramos!" ...y se refería a la muerte
Hace unos años, cuando me tocó renovar mi membresía profesional de buceo técnico, aproveché de realizarme un chequeo médico. No solo es un requisito de algunas agencias, sino que es el subterfugio perfecto para quienes somos reacios a los consultorios médicos. Después de las pruebas y mediciones de rutina, el buen doc colocó mis datos en su computadora y me dijo: -Uhmmm… por esta vez te lo firmo, pero mírate tú mismo como has cambiado! Aunque de hecho no había subido de peso, mi porcentaje de grasa corporal se había incrementado considerablemente en los últimos tres años, desde 12% a 26%. Me dijo: O te metes a un programa regular de ejercicio, o tal vez la próxima no pasas la prueba.
Es indiscutible que estar en buena condición física es beneficioso de por sí; pero para hacer buceo técnico, en el que la cadena de incidentes que pueden conducir a lesiones serias o la muerte es más corta, ya no es ni siquiera discutible; todos los que asumimos ese riesgo sabemos que es mejor mantenerse en un programa de acondicionamiento físico permanente.
No en vano, por esos días, cada vez que iba a bucear con el equipo técnico parecía que los cilindros dobles y los de stage pesaban más. Una mañana, se me ocurrió colgarme la doble de 15 lts y dos stages de acero, y casi no pude llegar desde el banco donde me equipé hasta la orilla; un paso más, y me quedaba sin aliento. Al llegar a los 50m de profundidad, me perturbaba ese pensamiento de que 22 de mis 85 kilos de peso fuesen manteca, tejido pobremente irrigado y que por definición es más propenso a retener gases inertes y producir bends. Mientras ascendía, recordaba el episodio un compañero del curso Trimix, quien desconocía que padecía diabetes inducida por su prominente grasa abdominal, y tuvo un desvanecimiento al salir de una inmersión. Por suerte no pasó de un buen susto, pero son pendejadas que lo invaden a uno mientras hace la parada de descompresión.
Estaba decidido a eliminar ese riesgo. ¿Pero cómo y cuándo hacer ejercicio? Yo era de los que odiaba la idea de un gimnasio. Me parecía que era como una jaula de ratones, caminando hipnotizados sobre una rueda sin fin. Siempre me gustó más el ejercicio al aire libre, pero la vida de ciudad te impone ciertas restricciones; inseguridad, falta de espacios, falta de tiempo. Hasta el día que me quedé sin excusas; se juntó la facilidad de un programa gratuito que nos ofrecieron en el trabajo, con el comentario inquirente del gerente del gimnasio, de visita en mi oficina: -y tú, ¿qué excusa tienes para no ir al gimnasio? A regañadientes, compré unos zapatos y unos trapos medianamente decentes y comencé la rutina, tres veces por semana, más o menos dependiendo de lo que las clases de buceo permitían. Hoy reconozco que los gimnasios te hacen mucho menos riesgoso y más civilizado el ejercicio. Además, la presión de grupo te hace ejercitarte más, y las chicas en ropa ajustada contribuyen al paisaje. Poco a poco le agarras el gusto.
¿Y qué carajo puede hacer uno en un gimnasio, donde el ego de los entrenadores por lo general es demasiado alto, como para inclinarse a prestarte atención y fijarte una rutina? Como ya me gustaba andar en bici, me metí de entrada en la clase de spinning. Luego descubrí que es una excelente actividad para mantenerte en forma, porque es de bajo impacto en tus articulaciones, puedes practicarlo bajo techo, y lo puedes adaptar a tu ritmo. No así con otros ejercicios como correr, que impacta fuertemente tus articulaciones o por decir el TRX, que es mucho más exigente.
Ya que la parte de piernas estaba bastante cubierta por el spinning, adopté una rutina de máquinas para core, brazos, pecho y espalda. Entre Google, Youtube, y una librería tradicional, aprendí la rutina y la mecánica apropiada, y descubrí también que hacer ejercicio en las noches es mejor que en las mañanas, porque activas el metabolismo, que empieza a apagarse en la tarde, cuando el cuerpo progresivamente se prepara para dormir.
Datos, comparaciones y metas
Hacer ejercicio sin monitorear lo que sucede en tu cuerpo es como bucear sin una computadora. Una de mis rutinas favoritas entre semana, es repasar los logs y gráficos que genera la computadora de buceo. Me permite visualizar las inmersiones, planificar mejor las próximas, e incluso memorizar las paradas que generan los perfiles más frecuentes (esto ayuda en el caso hipotético que te quedes sin planes ni computadora bajo el agua). De igual forma me he sentido al hacer ejercicio. Mi reloj conectado al monitor cardíaco me permite bajar los datos de las sesiones, generar gráficos, compararlos, planificar mejor de acuerdo al esfuerzo acumulado, y fijar objetivos. Es frecuente que mucha gente va al gimnasio, suda mucho, sale exhausto, y no progresan para ponerse en forma, porque no manejan conceptos tan simples como las zonas de frecuencia cardíaca y el consumo calórico. Cuanto más escuches a tu cuerpo, mayor es la posibilidad de que veas resultados rápidamente a partir del ejercicio.
Si eres adicto al buceo técnico, probablemente te hagas también adicto al ejercicio, una vez que comiences un programa de entrenamiento disciplinado. Pero ¡Ojo con los viernes y los lunes! Así como te acostumbraste a parrandear de lunes a jueves, para evitar que el buceo y el alcohol colisionen, también deberás planificar tus sesiones de ejercicio para un mínimo de 24 horas antes o después de bucear, en especial si es una inmersión que requiere paradas. Está totalmente comprobado que las paredes de las arterias adquieren una textura favorable a la retención de burbujas durante el ejercicio, y permanecen así por lo menos por unas 24 horas. También se sabe que una vez que el metabolismo se activa, permanece en alto por varias horas, y esto tiene implicaciones en la forma en que te expones a la hiperoxia, y sobre cómo saturas y liberas a tu organismo de gases inertes, producto de una inmersión. Si quisiste aprovechar la soledad del gimnasio el viernes en la noche, es poco recomendable bucear el sábado temprano. Si hiciste tu última inmersión de fin de semana el domingo en la tarde, y esta requirió paradas para descompresión, es recomendable esperar como mínimo hasta el lunes en la noche para tu próxima sesión de ejercicio intenso.
Si eres un buzo técnico inteligente, con todo lo anterior deberías tener suficiente información para motivarte a hacer ejercicio regularmente. ¿Estás todavía holgazaneando? Si continúas así, hay una posibilidad de 63% de que vas a caer muerto antes de tu próxima inmersión... ¡Claro que no es cierto! pero en realidad, ¿Quieres añadir el riesgo de una forma física deplorable a tu buceo técnico?